Dos guerrero terroríficos
violentos y sangrientos...
despiadados y hambrientos
de sangre de sus muertos.
Luchaban en batalla,
a sus propios hombres masacraban.
Sus armaduras rechinaban
y la sangre se derramaba.
Sus espadas chocaron
y las armaduras retumbaron.
El odio de su interior
se expandió desde su corazón.
Sus armaduras doradas se opacaron
en negro se transformaron.
Una gota los cegó, pero...
ninguno de los dos la espada bajó.
Un rayo en el cielo
unió a los guerreros
en un ser malvado
sin compasión ni corazón.
Sus ojos se enrojecieron,
al igual que el celeste cielo.
No había piedad en su ser...
sólo maldad que lo hacía enloquecer.
Su odio conquistó
imperios... durante siglos dominó,
lo que lo hizo fuerte,
y lo destruyó...
El odio que recorría su cuerpo
lo mató... él se desvaneció.
Pero el odio no desapareció
en este mundo ronda y rondará.
La armadura escondieron,
pero el negro fue desapareciendo;
buscó un cuerpo para dominar,
al cual pudiera esclavizar.
El mal a toda la humanidad,
volverá a atemorizar.
¿cuándo?¿dónde?, no importa...
el odio siempre acechará.
Heimbuchner Guillermo 20/05/10
